3.7.09

Y a vos encontré.


Escondía sollozos en las noches, era tan inmensa la soledad que me acorralaba que cualquier ruido se esparcía por la casa. me conformaba con sollozar solamente.
Las noches en que la ausencia de su cuerpo no me estorbaba eran ligeras y me permitían dormir, pero mas tardaba en lograrlo que en despertar tras haberlo soñado. Era así mi vida, en que las noches envolvían mis días, y así se alargo por años. Despertaba y le extrañaba. Dormía y le temía. 
Pasaron los años y junto a su recuerdo embriague mi cuerpo, enajene mi mente, a punto estuve de perder mi vida. Guarde muy dentro de mi el amor, esa ilusión y cosquilleo, tanto que olvide cómo sacarlo, es decir me extravié a mi misma. Llegue incluso a no fijarme en ningún hombre, pues ninguno me parecía cercano al recuerdo de aquel otro hombre y me lamentaba tanto por haberme olvidado, que termine por resignarme.

Una pequeña niña surrealista con rostro de flor, una mesa formada por la pierna de un personaje interesante, un mar levantado por el índice de un pequeño cual si fuese hoja de papel sostenida en el tiempo, alucinaciones creadas por hongos o picaduras de insectos y … una ventana, tan solo una ventana, fueron mi consuelo. Halle el enorme refugio que necesitaba, mi refugio en el mundo cromático del surrealismo, olvidando el encanto de rubens, que de niña me hacia soñar, olvide las curvas exquisitamente esponjosas que suaves saltaban ante mis ojos de pequeñas bailarinas que me hacían danzar al unísono de mis fantasías. 
Alucine tantas veces frente a esa ventana que en una ocasión quise saltar a través de ella pero el muro detrás de la misma litografía detuvo el acto de compasión que había tenido para mí el buen grabador.
No creo en las casualidades mas si no fue esto lo que aconteció tendré que llamarle destino… y la otra casualidad es que fue “destino” uno de los films, del mismo autor que las pinturas, que mas se apego a mi vida. 

En una de mis alucinaciones ocurrió que Ana miraba hacia el horizonte, yo al igual miraba pero el final de mi agonía, por lo que sin pensarlo dos veces salté a través de la ventana, atravesé la barrera del tiempo y del espacio, corte distancias; ¡hice un salto cuántico! 
Otra persona miraba la misma pintura al tiempo que esta absorbía mi cuerpo y sin saberlo él recogía mi cuerpo blando, él me sostenía sin conocerme, él ponía fin a mis lágrimas sin darme cuenta de que las iba secando mientras me abrazaba fuertemente con esa ternura infinita. Él sin saberlo y yo sin querer reconocerlo. Ese día a vos encontré. Precavido, un tanto arisco con la misma coraza en el pecho que la mía, ¿alguien o algo al igual te habrían herido?
Que ironía que una ventana pueda poner fin a los sufrimientos sin acabar en suicidio. 
Dos sentimientos escondíamos, el mismo concepto nos unía. Ansiosos de entregarlo todo, de volver a amar, de volver a reír y llorar, con llanto nuevo. ¿Fueron palabras o el verde de tus ojos que cambiaba dramáticamente a un rojo intenso? ¿Fue tu voz que me erizaba los vellos de la piel? ¿Fueron mis fobias que te conté entre risas que ocultaban el miedo? ¿Fueron? ¿Qué fue? No se decirlo, solo sé que un día sin temor, sin angustia, resignada o arriesgada te dije te amo, el tiempo se detuvo en aquel momento, tus besos acariciaron mi piel desnuda, me cubrías con tus brazos pretejiéndome del mundo, y a partir de ese día pude dormir tranquila.

Pero toda alucinación termina regresándote de golpe a la realidad. Miré de nuevo la litografía dañada sin encontrar el horizonte, no existía nada detrás de ella. Había despertado del golpe que me había provocado el impacto del muro, estaba en mi habitación donde abundan libros, óleo y su aroma, y mi rostro hecho pedazos. Más si algo bueno quedó de esta alucinación es que las imágenes que delante de Ana hallé.. algún día cobraran vida. Mientras tanto ya no mantendré mis sentidos presos pues ya no existe el verdugo vigilando la reja.  

Y.Z.

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