En cuanto Marian cruzó la puerta de aquel salón él giró su rostro depositando la mirada sobre la yugular de su presa.. No pudo resistirse al encanto de las pulsaciones aceleradas de una bella dama rodeada de hombres sedientos de amor. Marian caminó con sigilo cruzando cada paso a su ritmo satinado, sus bellos y redondos gluteos asombraban y robaban la atención de los invitados.. Marian continuó caminando sin desviar su mirada.
Nathan la llamó a su lado sin palabra ni gesto alguno. Su mano izquierda, delicada y femenina sostenía una copa de pinot noir mientras que él bebía slyrs con un poco de hielo.. Huellas en ambas copas denotaban sudoración excesiva.. Ambos se deseaban, solo uno sobreviviría a aquel encuentro.
Nathan se percató de la vulnerabilidad de Marian y la llevó a su apartamento para arrancarle la ropa. Marian aceptó. En el auto no perdieron tiempo e inició la velada más placentera de sus vidas.
Él no pensaba llamarle al día siguiente, a ella no le importaba. Nathan comenzó a cuestionarse si tal vez ella sería la mujer de su vida.. Recostados en la cama notó como perdía ella la mirada en el techo sin decir nada ni hacer preguntar torpes a las que él ya estaba acostumbrado pero que detestaba.. Fue hasta entrado el amanecer que él le preguntó a Marian.. Si la vería otra vez. Marian no contesto. Tomó su abrigo y cubrió su cuerpo friolento olvidando sus guantes en el vestíbulo.. El le exigió como mínimo un nombre, Marian se despidió con un beso sin decir palabra alguna.
El día transcurrió normal para Nathan pero no podía sacarse de la cabeza a esa mujer de la cual no sabía nada.. Se tomó un par de horas para investigar, se perdió intentando recordar cada gesto y cada palabra que ella había dicho.. No encontrando nada ni un hilo que lo guiara a ella y desesperado llamó a sus amigos que habían asistido al evento de la noche anterior, nadie sabía nada. Visitó los otros salones donde se llevaba a cabo la cata que duraría no más que dos semanas.
Así paso Nathan de ser un empresario exitoso a ser un tipo melancolico y solitario frecuentando los peores tuburios de mala muerte en busca de compañia al sentirse vacío por la ausencia de aquella mujer que no había vuelto a ver. Sus amigos Philip y Camille le buscaban para ayudarlo él solo exigía respuestas al paradero de la mujer.
Transcurridos un par de años.. Nathan encontró una invitación arrumbada en el piso era de la cata de la empresa, de la cual había desertado. La carta había llegado una semana antes de que la encontrase. Emocionado pensó que quizás la vería de nuevo por lo que se arreglo y se dirigió de inmediato a la cata que estaba por concluir.. Al llegar observo algo muy extraño.. Allí estaba philip y Camille. Incluso estaba Bernard charlando con Thalie y Casper al igual que la noche en que encontró a Mariane. Eloane lo saludo efusivamente con un abrazo y un beso en la mejilla y le menciono su buen gusto por las lociones, Nathan arqueando la ceja le comentó que lo mismo le había dicho aquella noche en la cata anterior a lo cual repuso Eloane que de que diablos hablaba si ella había vuelto recién de Francia y que no había tenido contacto con nadie incluso ni a su esposo en los últimos cinco años.. Nathan desorientado se miró el atuendo, era el mismo que llevaba aquella noche. Caminó hacia el centro del salón evitando a Géraldine y a Gustave tal como aquel día había de evadirlos..
Miró su reloj, recordando la hora en que había de encontrar a Marian.. Pasaban de las doce y para aquel entonces ya había sucedido el encuentro por lo que desahogo un suspiro de aliento por la similitud del momento lo que llevó a Nathan a pensar que se estaba volviendo loco y a divagar sobre la existencia de aquella mujer.. Sin embargo deseaba con todo el alma volver a verla y no pasó ni un minuto cuando la puerta del salón se abrió de par en par dando paso a una bella dama de ritmo satinado la cual se aproximó a él.. Hola me llamo Marian. Dijo la mujer al estar de frente a él..
II
Se quedó pasmado pensando que se trataba de una mala broma, seguro Philip estaba detrás de todo esto. Estaba frente a la mujer que esperó con tanta ansiedad, misma de la cual no sabía nada excepto su nombre que ahora ella susurraba. Apareció de la nada fingiendo amnesia o algo por el estilo pero no le recordaba.
Giró de reojo para observar a Philip el cual estaba perdido escudriñando los ojos de Camille, no mostraba interés en Nathan ni menos en su encuentro estaba perdido en su chica y en los chicos que esta seguía con la mirada por lo que aún más ofuscado se quedo Nathan. Para cuando regresó de su corta investigación descubrió a Marian frunciendo el ceño intentando captar lo que pensaba Nathan hasta que él rompió el silencio que comenzaba a incomodarla..
-Me vas a disculpar pero tengo que preguntarte algo.. ¿Quien te ha contratado?
Marian se abrió de ojos, le tomó por sorpresa la pregunta y mirando hacia otro lado torció la boca.
-¿Es una broma o solo se trata de alguna estrategia para conquistarme?
Preguntó desconcertada dejando en claro que ese tipo de estrategias no funcionaría con ella pues se cruzó de brazos.
-Lo mismo digo.. Debe ser una broma.
Contestando de forma arrogante ante la divina imagen de Marian acabó por concluir el encuentro. Pero fue lo primero que se le vino a la mente por los nervios y alucinaciones que le hacían pensar que le estaban tomando el pelo sus amigos.. Era increíble que no lo recordara. Confundido y algo aterrado quedó.
-Creo que llegué en mal momento.
Dio media vuelta y con su caminar sensual lo dejó atrás totalmente desequilibrado y con miles de preguntas más, las cuales ella no contestaría. Mientras tanto Nathan seguía con la mirada cada paso que ella daba.
-¡Ey, te decidiste a venir!
La mano pesada y gorda de Bernard sacudió su hombro mientras le gritaba alegre por verlo. Él no hizo el menor esfuerzo por apartar la mirada de Marian y tampoco por prestarle atención a Bernard. Apartó la mano de malas y caminó hacia la mesa donde ofrecían una amplia variedad de vinos misma que estaba repleta de personas caminando a su derredor. Marian estaba en un extremo de la mesa Nathan de frente a ella en el otro extremo, bebía de cuanta copa le servían sin ver si quiera que se echaba a la boca, los ojos clavados en Marian y los labios pendientes de nuevos sabores, ella jugaba ese coqueteo esquivo que las mujeres conocen muy bien. A pesar de que estaba repleto de personas aquel lugar, parecía que la atmósfera la ocupaban él y ella, solos en la amplia mesa repleta de vinos importados..
-Debe dejar que respire el vino.
-Este mm no es buena elección..
-Si me permite yo puedo..
Una voz aguda lo sacó de golpe de su fantasía con tanta interrupción.. Se notaba en la voz nerviosismo e impaciente le pedía atención. A su lado le seguía aunque Nathan se moviera de lugar.
-Disculpa, no sé que estoy bebiendo.
Dijo Nathan al tiempo en que bajó la mirada y miró su copa vacía.
-Pero no importa. Es vino de igual forma.
Concluyó Nathan soltando la copa a punto de hacerla añicos contra la mesa. Estaba realmente enfadado de tanta interrupción y sin mirar a donde provenía la voz aguda retornó a su fantasía pero para su sorpresa Marian ya no estaba. Por una fracción de segundos ella había escapado. No desaparecería otra vez, no lo podría soportar, pensó Nathan. Giró su rostro a todas partes, buscó entre las personas y se notaba impaciente y desesperado a punto de estallar de preocupación hasta que alcanzó a ver el vestido satinado con su contoneo rítmico acercándose a la puerta de salida. No perdió más tiempo y aceleró su paso hasta alcanzarla. Sin decir nada se detuvo al verla de pie en medio de la acera, esperaba tal vez un auto, contemplaba tal vez la noche, lo que si estaba seguro es que ella disfrutaba del frío que helaba su cuerpo y encogía los hombros con ese gesto femenino tan tierno y a la vez sensual que dan ganas de robar un abrazo.
Su piel blanca resplandecía de entre la oscuridad. Parecía un ángel. Cerró los ojos Nathan un momento visualizando la noche en que la tuvo entre sus brazos desnuda y aspiró el aroma de Marian, su denudez lo volvió loco al instante y sobresaltándolo lo sacó de su ensueño. Se acercó a la espalda de Marian y la abrazó por detrás. Poco importaba si esto se trataba de una broma. Poco importaba si Marian había decidido fingir no conocerlo o si en verdad lo había olvidado. Lo que importaba para Nathan era Marian y él quería tenerla una vez más entre sus brazos, protegerla, acariciarla, besarla, olerla.. Tener su desnudez tendida en su cama, su aroma empapando las sabanas, en la acera, en el parking, en su cama, en la sala, donde fuera solo quería tenerla una vez más solo para él pues la necesidad por tenerla había surgido desde la primera noche en que la encontró quizás antes de conocerla. Apartó su cabello del cuello dejándolo al desnudo y la besó. La giró tomándola con tal delicadeza que ella cedió. Le mojó los labios con un beso enardecido. La mordisqueó un poco mientras susurraba su nombre, Marian.. Le repetía Nathan desahogando las noches que en vela había pasado por su ausencia.
Se levantó con una resaca tremenda. El dolor de cabeza era suficiente como para no querer pensar en nada, pero no le importaba ya que nunca se interrogaba por nada no lo asaltaban cuestiones simples ni cosas efímeras de la vida cotidiana, él era práctico acostumbrado a despertar cada día con mujeres bellas y a olvidar el nombre de todas ellas a confundirlas constantemente a extraviarlas para que no quebrarán su vida que en libertad llevaba. Un aroma en la habitación lo distrajo de su propia ausencia. Era un aroma que le resultaba familiar aunque no lo identificaba muy bien quizás por la hora o quizás por la resaca o tal vez quizás por que no había caído en la cuenta de haber sido capturado por una imagen por un vestido por una mujer muy distinta al resto de las mujeres que él frecuentaba.. Cuando recordó y se avivó su mente, despertando del todo se le vino el nombre de Marian como cubetazo de agua fría. Ofuscado la buscó por todas partes, buscó su cuerpo en la cama, en la cocina, en la sala.. Desesperado no prestaba atención al tiradero que ocasionaban sus manos nerviosas e impacientes.. Arrumbó su traje que estaba a mitad de su alcoba junto a la cama, la corbata la pisó y al sentir el nudo, aún bien ceñido, clavarse en su planta del pie, bajó la mirada y comprobó que aún llevaba parte del traje puesto.. Se llevó las manos a la cabeza, quería recordar estaba desesperado y preocupado por la situación, tanta amnesia le producía jaqueca o sería la resaca no lo sabía así como no sabía ni entendía que demonios había ocurrido la noche anterior, en que momento y como la dejó ir.. Se intentó relajar para recordar cada detalle, no podía olvidar aquel encuentro.. ¿En que había acabado? ¿Había acabado?
Había bebido antes de acudir a la cata de vinos.. Había bebido bastante estando allí e inclusive había bebido lo suficiente después de haberla encontrado, tanto había bebido que bien pudo perder la cabeza.. Nathan se cuestionó esto más a fondo ¿Había perdido realmente la cabeza? Por un momento él pensó que si. Caminó hasta la cocina donde se preparó un café fortísimo y humeante. Tomó un poco y caminó hasta la ventanilla de la sala que comenzaba a iluminarse. Se quedó parado allí un breve momento hasta que inconsciente volteó hacia el vestíbulo. Allí estaban estáticos y mudos.. La cuestión no era pensar ahora si se trataba de una broma realmente pesada. No era si o no o como.. Era.. ¿ Cuanto tiempo y como habían llegado allí? En el vestíbulo, colgando de un sofá, arrogantes estaban los guantes de Marian..
III
Se acercó a la ventanilla, estaba iluminada. La luz intensa demandaba a su cuerpo aproximarse. Demasiadas preguntas y para cada una giraban dentro millones de respuestas en su cerebro..
¿Por qué se fue? ¿Por qué pasó la noche conmigo? ¿Pasó la noche conmigo? ¿Por qué acudió a esa cata? ¿Fue allí para verme? ¿Por qué no me busco antes? ¿Sufrirá algún tipo de demencia? Y yo me pregunto ¿en este mundo, en esta época aun quedamos cuerdos? Por que me ama. Por que deseaba con toda el alma verme. Por que está en complot con alguien que desea verme hundido y destrozado ¿será eso?
Escalofrió en la piel y sudoración excesiva. Una enorme ansiedad de tener sus manos junto a las mías surge de inmediato tras no pretender pensar más en ella. Su aroma, necesito llevar su aroma a mi rostro. ¿Dónde están? Yo los he visto aquí ¡En el vestíbulo! ¡Si allí los ha dejado! No hay nada ¡El cajón! He resguardado su aroma allí ¡Ah! Delicioso aroma acaricia mi cara, junto a mi mejilla, se acerca el sutil aroma de tu cuerpo. Cierro los ojos para tener tu rostro frente al mío y tus labios tan claros aparecen. Tus pupilas con sus ojos en declive mirando perspicaces me llaman loco y aun así eres lo mejor que he conocido eres electricidad, eres poesía, eres tan bella Marian que no hay palabras que te describan.
Estás caída cual hoja en otoño, tus parpados cerrados ya no hablan de colores ni tus piernas revelan esos sabores. Estás tan fría Marian que me pregunto si has muerto. El silencio cubre tu cuerpo de rocío mismas lágrimas que caen en torno mío. Tengo miedo Marian parezco un niño, son frías las noches si no estoy contigo. ¿Qué dices Marian? Casi tu voz ya no percibo. ¿Quieres que te cuente como te he conocido? Recuerdo una puerta. Abrió pasó a la luz que cegó mi oído ensordeciendo el ruido del tumulto enardecido, una suave y exquisita sinfonía surgió muy dentro mío ¿Al igual la escuchaste? Espera no permitas me detenga.. Regresaré un poco en el tiempo para explicarte. Antes de llegar allí iba caminando por la calle, de la mano de alguien cuyo rostro no recuerdo, rostro que en ocasiones me salta a la mente pero es vaga la imagen y escalofriante el secreto. No iba con tanto ánimo, recuerdo bien que incluso tenía una mueca en mis labios denotando un gesto de desagrado, caminamos o debo decir caminé hasta mi destino, que ironía esta palabra mi destino que no era nada más que tú, el lugar donde habría de vislumbrarme tu belleza. Abrió la puerta otra mano, resbalando con cuidado acariciaba la madera roída de la puerta y se detuvo un instante, como dudando ante la perilla. Recuerdo que voltee a ver a aquella imagen en seña, preguntando que pasaba, ¿por que se detenía? ¿Por que no continuaba? ¿Que había detrás de esa puerta de madera roídas? Allí, dentro. En el centro de una habitación donde nadie escuchaba a nadie y donde nadie debía mirarse se abrió paso a una luz, aun más brillante que la de un nuevo día, Ráfaga de luz golpeo mi cerebro y al instante un aroma golpeo mi cuerpo, aspiré lo más que mis pulmones permitieron. Increíble sensación de gloria de éxtasis, euforia. Miles de imágenes cruzaron frente a mis ojos que desorbitados buscaban que mirar, donde mirar, donde depositar tanta locura llevada al extremo por ese exquisito aroma que nublaba mi pensamiento y no hacia otra cosa el aroma que exigir le diese un concepto. Y allí te vi delante mío caminando con tu paso firme y tus agudas líneas, silueta sutilmente delineada por una mano humana que tintineaba satinada Perdí la luz del día y me sumergí en el aroma de tus formas, en un sentimiento indescriptible e indescifrable que no entendía ni podría ejemplificar de alguna formal. Sentimiento que me lleva a gritar ahora, a llevarme las manos a la cara mordisqueando ese aroma, a lamerlo y a aspirarlo nuevamente si es que aun queda algo de su recuerdo. Me desmaye caí al piso sin fuerza recuerdo el momento antes de perder la conciencia. Ahora lo recuerdo, caí tan lento como si el sueño aun no acabase, si es que se trataba de un sueño pues eso pensé en aquel momento.. Ya antes había fantaseado pero las fantasías eran poco nítidas y carentes de aromas. Por un momento dudé de tu existencia. Trate semana tras semana de encontrarte y me bastaba un indicio algunas pesquisas para hallarte. Cada día que pasaba era una eternidad que se me iba, y la esperanza de tenerte acariciando mis mejillas se desvanecía. sufría como sufre un niño sin una madre que lo acurruque por las noches y le cante despacito al oído suaves notas de la canción que formará su infancia, sus recuerdos y el aroma de sus noches. Sufría Marian al no encontrarte Pero la esperanza de hacerlo algún día me llevó a continuar con vida, exigiendo, reclamando tu aroma
-Silencio- Escucho voces ¡Esto debe ser mentira! Ellos… Marian, se mofan. Dicen que llevo los guantes de la doctora. ¡Ignorantes Aléjense! Les grito a los jóvenes vecinos que se asoman.
Marian, le hablo al par que sostuvo tu piel gardenia. Dime que no me has dejado. Que volveré a aspirar la más exquisita fragancia que jamás había olido. Dime que estás detrás de la puerta ahora roída por los años que fueron días desde tu partida. Marian dime que estás acariciando el pórtico con tu aroma y te has detenido un breve instante al escuchar esto que digo. Marian abre la puerta no te detengas deja que ilumine tu rostro la luz de un nuevo día. Abre Marian que reconozco el aroma que en breves segundos me hará perder la razón, mismo que me tumbará en el piso empapado de sudor convulsionando mi cuerpo en palpitaciones extraordinarias ¡Abre la puerta mujer! Se que estas escuchando esto. Te necesito, mi sangre pide a gritos el elixir de tu boca Ese aroma indescriptible que invade todos mis sentidos, depositado debajo de tu lengua y escondido entre el puente y tu voz de sirena. Abre Marian dime, estoy contigo..
Sublime aroma, se desvaneció despacio echando la cabeza hacia atrás al mirar resbalar la falda de Marian por el piso ella había llegado. Le descubrió el pecho mientras sus caricias acompañaban la fragmentaria perdida de su conocimiento. Él casi no escuchaba las palabras que rezaban sus labios, decían algo incompresible. No estaba sola Marian, jóvenes vecinos asomaban detrás de la puerta, esperando.
Su aroma no lo soportaría su corazón por lo que pensó pedirle que se alejara o explotaría cu pecho en mil pedazos, pero de la voz Nathan perdía el hilo y la coherencia de las palabras, sintió el corazón salir de su pecho e irse volando ¿Por que golpeas mi pecho con palabras metálicas que abren y rasgan lo que tendría que ser nuestro momento? Se preguntaba con la mirada mientras Marian no contestaba y se dirigía a uno de los jóvenes que esperaban, haciendo un gesto llamó al acto a uno de ellos. Contéstame aun te escucho ¿Por que lloras Marian? Continuaba preguntando Nathan para sus adentros, sin entender si quiera las frases que formulaba. Un joven escapó del fondo se acercó y robó los guantes que él aprensaba en su mano ¡Detenlo! No pareces escucharme Marian.. Decía sin voz. Observó detrás de su falda inclinando la cabeza un poco, siguiendo el curso de los guantes y después le estorbo el pecho de Marian donde colgaba un carnet deshilando el aroma del que pensaba Nathan era el nombre de su amada. No prestaba atención a nada seguía el curso de los guantes, vigilaba aterrorizado al joven que ahora los llevaba y aspiraba encorvado y con terror a que se los quitasen, los guantes…
Luz cegadora, sonido estridente y un hombre apartando la piel sin aroma de Marian del cuerpo inmóvil de Nathan. El joven vecino aspirando los guantes, no se puede hacer ya nada. No se puede mover. Los ojos sin brillo aun miran al joven detrás de la puerta oliendo los guantes y deseando matarlo, lanzarse a su esquelético cuerpo y hacerlo pedazos. Él lleva los guantes, los huele mientras Nathan ha perdido el conocimiento y el frío en sus venas se hace presente y las palpitaciones decrecen.. El sedante hace efecto y las alucinaciones en calma danzan al unísono de un valz de Tchaikovsky.
¿Por qué se fue? ¿Por qué pasó la noche conmigo? ¿Pasó la noche conmigo? ¿Por qué acudió a esa cata? ¿Fue allí para verme? ¿Por qué no me busco antes? ¿Sufrirá algún tipo de demencia? Y yo me pregunto ¿en este mundo, en esta época aun quedamos cuerdos? Por que me ama. Por que deseaba con toda el alma verme. Por que está en complot con alguien que desea verme hundido y destrozado ¿será eso?
Escalofrió en la piel y sudoración excesiva. Una enorme ansiedad de tener sus manos junto a las mías surge de inmediato tras no pretender pensar más en ella. Su aroma, necesito llevar su aroma a mi rostro. ¿Dónde están? Yo los he visto aquí ¡En el vestíbulo! ¡Si allí los ha dejado! No hay nada ¡El cajón! He resguardado su aroma allí ¡Ah! Delicioso aroma acaricia mi cara, junto a mi mejilla, se acerca el sutil aroma de tu cuerpo. Cierro los ojos para tener tu rostro frente al mío y tus labios tan claros aparecen. Tus pupilas con sus ojos en declive mirando perspicaces me llaman loco y aun así eres lo mejor que he conocido eres electricidad, eres poesía, eres tan bella Marian que no hay palabras que te describan.
Estás caída cual hoja en otoño, tus parpados cerrados ya no hablan de colores ni tus piernas revelan esos sabores. Estás tan fría Marian que me pregunto si has muerto. El silencio cubre tu cuerpo de rocío mismas lágrimas que caen en torno mío. Tengo miedo Marian parezco un niño, son frías las noches si no estoy contigo. ¿Qué dices Marian? Casi tu voz ya no percibo. ¿Quieres que te cuente como te he conocido? Recuerdo una puerta. Abrió pasó a la luz que cegó mi oído ensordeciendo el ruido del tumulto enardecido, una suave y exquisita sinfonía surgió muy dentro mío ¿Al igual la escuchaste? Espera no permitas me detenga.. Regresaré un poco en el tiempo para explicarte. Antes de llegar allí iba caminando por la calle, de la mano de alguien cuyo rostro no recuerdo, rostro que en ocasiones me salta a la mente pero es vaga la imagen y escalofriante el secreto. No iba con tanto ánimo, recuerdo bien que incluso tenía una mueca en mis labios denotando un gesto de desagrado, caminamos o debo decir caminé hasta mi destino, que ironía esta palabra mi destino que no era nada más que tú, el lugar donde habría de vislumbrarme tu belleza. Abrió la puerta otra mano, resbalando con cuidado acariciaba la madera roída de la puerta y se detuvo un instante, como dudando ante la perilla. Recuerdo que voltee a ver a aquella imagen en seña, preguntando que pasaba, ¿por que se detenía? ¿Por que no continuaba? ¿Que había detrás de esa puerta de madera roídas? Allí, dentro. En el centro de una habitación donde nadie escuchaba a nadie y donde nadie debía mirarse se abrió paso a una luz, aun más brillante que la de un nuevo día, Ráfaga de luz golpeo mi cerebro y al instante un aroma golpeo mi cuerpo, aspiré lo más que mis pulmones permitieron. Increíble sensación de gloria de éxtasis, euforia. Miles de imágenes cruzaron frente a mis ojos que desorbitados buscaban que mirar, donde mirar, donde depositar tanta locura llevada al extremo por ese exquisito aroma que nublaba mi pensamiento y no hacia otra cosa el aroma que exigir le diese un concepto. Y allí te vi delante mío caminando con tu paso firme y tus agudas líneas, silueta sutilmente delineada por una mano humana que tintineaba satinada Perdí la luz del día y me sumergí en el aroma de tus formas, en un sentimiento indescriptible e indescifrable que no entendía ni podría ejemplificar de alguna formal. Sentimiento que me lleva a gritar ahora, a llevarme las manos a la cara mordisqueando ese aroma, a lamerlo y a aspirarlo nuevamente si es que aun queda algo de su recuerdo. Me desmaye caí al piso sin fuerza recuerdo el momento antes de perder la conciencia. Ahora lo recuerdo, caí tan lento como si el sueño aun no acabase, si es que se trataba de un sueño pues eso pensé en aquel momento.. Ya antes había fantaseado pero las fantasías eran poco nítidas y carentes de aromas. Por un momento dudé de tu existencia. Trate semana tras semana de encontrarte y me bastaba un indicio algunas pesquisas para hallarte. Cada día que pasaba era una eternidad que se me iba, y la esperanza de tenerte acariciando mis mejillas se desvanecía. sufría como sufre un niño sin una madre que lo acurruque por las noches y le cante despacito al oído suaves notas de la canción que formará su infancia, sus recuerdos y el aroma de sus noches. Sufría Marian al no encontrarte Pero la esperanza de hacerlo algún día me llevó a continuar con vida, exigiendo, reclamando tu aroma
-Silencio- Escucho voces ¡Esto debe ser mentira! Ellos… Marian, se mofan. Dicen que llevo los guantes de la doctora. ¡Ignorantes Aléjense! Les grito a los jóvenes vecinos que se asoman.
Marian, le hablo al par que sostuvo tu piel gardenia. Dime que no me has dejado. Que volveré a aspirar la más exquisita fragancia que jamás había olido. Dime que estás detrás de la puerta ahora roída por los años que fueron días desde tu partida. Marian dime que estás acariciando el pórtico con tu aroma y te has detenido un breve instante al escuchar esto que digo. Marian abre la puerta no te detengas deja que ilumine tu rostro la luz de un nuevo día. Abre Marian que reconozco el aroma que en breves segundos me hará perder la razón, mismo que me tumbará en el piso empapado de sudor convulsionando mi cuerpo en palpitaciones extraordinarias ¡Abre la puerta mujer! Se que estas escuchando esto. Te necesito, mi sangre pide a gritos el elixir de tu boca Ese aroma indescriptible que invade todos mis sentidos, depositado debajo de tu lengua y escondido entre el puente y tu voz de sirena. Abre Marian dime, estoy contigo..
Sublime aroma, se desvaneció despacio echando la cabeza hacia atrás al mirar resbalar la falda de Marian por el piso ella había llegado. Le descubrió el pecho mientras sus caricias acompañaban la fragmentaria perdida de su conocimiento. Él casi no escuchaba las palabras que rezaban sus labios, decían algo incompresible. No estaba sola Marian, jóvenes vecinos asomaban detrás de la puerta, esperando.
Su aroma no lo soportaría su corazón por lo que pensó pedirle que se alejara o explotaría cu pecho en mil pedazos, pero de la voz Nathan perdía el hilo y la coherencia de las palabras, sintió el corazón salir de su pecho e irse volando ¿Por que golpeas mi pecho con palabras metálicas que abren y rasgan lo que tendría que ser nuestro momento? Se preguntaba con la mirada mientras Marian no contestaba y se dirigía a uno de los jóvenes que esperaban, haciendo un gesto llamó al acto a uno de ellos. Contéstame aun te escucho ¿Por que lloras Marian? Continuaba preguntando Nathan para sus adentros, sin entender si quiera las frases que formulaba. Un joven escapó del fondo se acercó y robó los guantes que él aprensaba en su mano ¡Detenlo! No pareces escucharme Marian.. Decía sin voz. Observó detrás de su falda inclinando la cabeza un poco, siguiendo el curso de los guantes y después le estorbo el pecho de Marian donde colgaba un carnet deshilando el aroma del que pensaba Nathan era el nombre de su amada. No prestaba atención a nada seguía el curso de los guantes, vigilaba aterrorizado al joven que ahora los llevaba y aspiraba encorvado y con terror a que se los quitasen, los guantes…
Luz cegadora, sonido estridente y un hombre apartando la piel sin aroma de Marian del cuerpo inmóvil de Nathan. El joven vecino aspirando los guantes, no se puede hacer ya nada. No se puede mover. Los ojos sin brillo aun miran al joven detrás de la puerta oliendo los guantes y deseando matarlo, lanzarse a su esquelético cuerpo y hacerlo pedazos. Él lleva los guantes, los huele mientras Nathan ha perdido el conocimiento y el frío en sus venas se hace presente y las palpitaciones decrecen.. El sedante hace efecto y las alucinaciones en calma danzan al unísono de un valz de Tchaikovsky.
Das Ende. γ.ک