Despierta por un beso suave, una ola tronando en sus oídos.
Tras un tierno bostezo sale al balcón y un festín de aromas se arrojan ante su rostro aun somnoliento,
lo deslizan hacia atrás desnudando su cuello. Su melena oscura queda empapada de caracolas y flores, sus muslos se enredan, participes del escenario, asoman tímidos entre el vestido que contonea sus glúteos para mi. Ella sabe que la observo pues cada movimiento, cada gota de sudor tira mi nombre, me desea.
Las olas la empujan al deseo. Sus ojos enormes y marrones me buscan y su sonrisa, coqueta de inquieta caracola bañada en espuma, se dibuja en su rostro al encontrarme ansioso de ella.
γ.ک