Casi siempre es el miedo de ser nosotros lo que nos lleva delante del espejo. A. P.
No sabía de qué manera comenzar a escribir. Me aconsejaron
dejarme de códigos que nadie entiende e intentar explicar, sin detalle, lo que
siento.
Duele, quema, estalla dentro de mi cabeza queriendo salir.
La duda, me acorrala me atormenta. Se va sembrando y ramifica sus
cancerígenas preguntas, mismas que me llevan a una endiablada encriptación que
logro desmenuzar, es innato no puedo evitarlo.
Al someterme al insomnio y poco alimento. ¿Qué cuánto de
esto es verdad? No lo sé, pero tengo una vaga idea. Comenzar por descubrir mi
rostro. Mis manos han cambiado,
lo hacen constantemente. En ocasiones las miro por largo tiempo para asimilar
que son parte de mi cuerpo, el cual también ha ido mutando. A veces no sé si continúa
siendo mi cuerpo. Es por esto que debo confesar, frente a los espejos quedo perplejo
por mantener la cordura no por vanidad. Han sido pocas las ocasiones en que el
espanto llega a mí en reflejos sorprendentes, desconcertado quedo.
La blancura
me ciega el odio no y tampoco creo en la mala suerte. Pero, por
qué atroces rostros ocultos en las sombras me persiguen..
¿Cuántas sombras tengo que soportar para descubrir mi
rostro?
γ.ک