Si no fuese por el quebranto que estrangulaba su garganta,
lo habría creído un sueño, peor aún, una pesadilla.
Los músculos se le tensaban al contener su rabia pero seguía
manteniendo la mirada fija en el horizonte deseando que la imagen decidida e inmutable,
postrada ante sus ojos fuese solo un espejismo o se desvaneciera por arte de
magia. Tensaba los músculos y estrangulaba sensaciones para no mirarla, para
salir ileso para continuar viviendo.
Desconocía todo aquello que vendría después en cuanto
cruzara el umbral pero estaba acostumbrado a volar y el hecho de tener que caminar frente
a una multitud le atormentaba. Por lo que confrontó al peor de sus adversarios,
a él mismo y perdiendo todo se tornó violento. Demente decidió partir sin querer
percatarse de la tristeza con que la dejaba. Su ira se convirtió en su fortaleza
y esta lo cegó. Es ella o yo, pensaba al
tiempo en que llevaba el llanto estrangulado y los ojos fijos en el horizonte
mientras partía.
Cruzó el umbral y al hacerlo su cuerpo mutó al igual que sus
recuerdos, su pensamiento dio un vuelco y sus ojos eclipsaron. Turbando el
reposo del monje, su piel se tornó agua marina mientras se esfumaba su llanto.
Lentamente despertó de un sueño para vivir la pesadilla que levantó enormes aristas,
de un tetraedro de recuerdos confinados
a morir.
γ.ک
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