Intenté romper la cadena, pero aun me esclaviza a ti.
¡Demonios, ha sido inútil todo cuanto he intentado! ¡Inútil!.
Extraño tu voz, misma que voy olvidando por culpa del maldito tiempo.
Recuerdo que enredabas mi risa mientras tejías mi llanto y a pesar de eso te permití ser mi araña que desnuda tejió con hilos un laberinto dorado tornando a mis ojos, dos ojos ciegos, nublados.
Juro que quise olvidarte, aunque lo intenté demasiado tarde pues tus labios gruesos, que se tornaban apetitosamente violentos al amarnos en algún lugar público nada secreto, ahora sin besarme mojan con su recuerdo los míos a cada instante.
Intente olvidarte con vino con sangre con rabia y con carne, con ella y conmigo.. ¡Por dios que si no he intentado!
Te llevo en mis labios censurados, en mis ojos ciegos que alguna vez vieron los tuyos sufriendo por culpa de mis sombras mismas que te enterraron exigiendo mis labios.
En los pocos momentos que encuentro paz el llanto surge lento y las manos con calma lo secan, las manos del ángel que me fue robado. Mis labios sellados, mi cerebro sedado y mis ojos nublados de pronto logran ver con un esfuerzo sobre humano tu esbelta figura y entre la espuma tus enormes ojos canela resaltan, miran a los míos, ambos se miran, un silencio escalofriante surge en mi prisión al escuchar el palpitar de los latidos de tu corazón.
El miedo se apodera de mí, despertando a mi niño dormido que siempre temió al infierno, es asfixiante y penetrante por lo que me arrincono a orillas de este cuarto, mi voz presa del pánico sella mis labios. Hueles mis temores recorres con tu mirada mi cuerpo haciendo se estremezca, me sabes indefenso pues conoces mis miedos, en cuclillas y arrinconado sin poder escapar, me mezo mientras aspiro el olor que va inundando toda la habitación, y tras reconocer el aroma a melancolía tus ojos chillones se aproximan, me hueles te huelo, hueles a muerte. Vienes a mí de las sombras al saber que no te olvido. No pierdo tiempo y acaricio tu piel fría, parece no sentir. Beso tus labios que saben a olvido, tu boca me besa quebrando la piel dura y rancia que hay en ella, quieres escuchar de la mía su agonía quieres que te diga, por que no te olvido, más mis labios sellados no te pueden hablar:
“No haré otra cosa mas que soñar con los ojos bien abiertos“, te digo, pero tú no me escuchas;
“Te veré en mis sueños, rostro que difusamente recuerdo, te oleré como ahora y veré tu sombra retorcida en el espejismo de la noche en un claro de luna en cualquier charco, me seguirán a todas partes tus ojos, en el reflejo de los míos estarán conmigo sin vida sin pupilas, hasta el día que arranque de mi pecho tus latidos. Hasta ese día que deje de extrañar tus ojos miel un poco caídos y tus labios que aun con este sabor amargo de entierro, tiesos y suaves, me saben a un dulce manjar de sabores agrios y dulces, hasta ese día te dejaré de dar de mis labios todos mis besos, dejaré de extrañarte y no intentaré jamás volver a olvidarte, pues seguro ese día.. Ese día habré...”
Encima de mí, un cristal.
Un verde olivo separará nuestros labios, nuestros cuerpos.
La memoria junto a la nostalgia me acompaña hasta el momento en que voy perdiendo todo el conocimiento.. Es muy pronto para dejar de.. El terror aparece en tus ojos al sentir que desciende el cristal separando tus dedos de el, imagino tus manos tienen miedo pues noto que has dejado huellas de sudor en el cristal sin querer desprenderte de algo.
No entiendo porque no logro olvidarte, ni entiendo porque quiero hacerlo, poco a poco la ceguera retorna a mi mente, la paz se ha ido y mis recuerdos están un poco torpes. Hay oscuridad en todas partes pero también en cada parte encuentro.. Un nombre, aunque no recuerdo el para que nombrarlo.
¡Demonios, ha sido inútil todo cuanto he intentado! ¡Inútil!.
Extraño tu voz, misma que voy olvidando por culpa del maldito tiempo.
Recuerdo que enredabas mi risa mientras tejías mi llanto y a pesar de eso te permití ser mi araña que desnuda tejió con hilos un laberinto dorado tornando a mis ojos, dos ojos ciegos, nublados.
Juro que quise olvidarte, aunque lo intenté demasiado tarde pues tus labios gruesos, que se tornaban apetitosamente violentos al amarnos en algún lugar público nada secreto, ahora sin besarme mojan con su recuerdo los míos a cada instante.
Intente olvidarte con vino con sangre con rabia y con carne, con ella y conmigo.. ¡Por dios que si no he intentado!
Te llevo en mis labios censurados, en mis ojos ciegos que alguna vez vieron los tuyos sufriendo por culpa de mis sombras mismas que te enterraron exigiendo mis labios.
En los pocos momentos que encuentro paz el llanto surge lento y las manos con calma lo secan, las manos del ángel que me fue robado. Mis labios sellados, mi cerebro sedado y mis ojos nublados de pronto logran ver con un esfuerzo sobre humano tu esbelta figura y entre la espuma tus enormes ojos canela resaltan, miran a los míos, ambos se miran, un silencio escalofriante surge en mi prisión al escuchar el palpitar de los latidos de tu corazón.
El miedo se apodera de mí, despertando a mi niño dormido que siempre temió al infierno, es asfixiante y penetrante por lo que me arrincono a orillas de este cuarto, mi voz presa del pánico sella mis labios. Hueles mis temores recorres con tu mirada mi cuerpo haciendo se estremezca, me sabes indefenso pues conoces mis miedos, en cuclillas y arrinconado sin poder escapar, me mezo mientras aspiro el olor que va inundando toda la habitación, y tras reconocer el aroma a melancolía tus ojos chillones se aproximan, me hueles te huelo, hueles a muerte. Vienes a mí de las sombras al saber que no te olvido. No pierdo tiempo y acaricio tu piel fría, parece no sentir. Beso tus labios que saben a olvido, tu boca me besa quebrando la piel dura y rancia que hay en ella, quieres escuchar de la mía su agonía quieres que te diga, por que no te olvido, más mis labios sellados no te pueden hablar:
“No haré otra cosa mas que soñar con los ojos bien abiertos“, te digo, pero tú no me escuchas;
“Te veré en mis sueños, rostro que difusamente recuerdo, te oleré como ahora y veré tu sombra retorcida en el espejismo de la noche en un claro de luna en cualquier charco, me seguirán a todas partes tus ojos, en el reflejo de los míos estarán conmigo sin vida sin pupilas, hasta el día que arranque de mi pecho tus latidos. Hasta ese día que deje de extrañar tus ojos miel un poco caídos y tus labios que aun con este sabor amargo de entierro, tiesos y suaves, me saben a un dulce manjar de sabores agrios y dulces, hasta ese día te dejaré de dar de mis labios todos mis besos, dejaré de extrañarte y no intentaré jamás volver a olvidarte, pues seguro ese día.. Ese día habré...”
Encima de mí, un cristal.
Un verde olivo separará nuestros labios, nuestros cuerpos.
La memoria junto a la nostalgia me acompaña hasta el momento en que voy perdiendo todo el conocimiento.. Es muy pronto para dejar de.. El terror aparece en tus ojos al sentir que desciende el cristal separando tus dedos de el, imagino tus manos tienen miedo pues noto que has dejado huellas de sudor en el cristal sin querer desprenderte de algo.
No entiendo porque no logro olvidarte, ni entiendo porque quiero hacerlo, poco a poco la ceguera retorna a mi mente, la paz se ha ido y mis recuerdos están un poco torpes. Hay oscuridad en todas partes pero también en cada parte encuentro.. Un nombre, aunque no recuerdo el para que nombrarlo.
Y.Z.
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