El no me vio,fui cautelosa.
Aunque tuviese ganas de tropezar,con él a todas horas.
Probé labios, distintos besos me han dado.
Más no encontré en otros, aquellos frenéticos y violentos labios amargos.
Aunque tuviese ganas de tropezar,con él a todas horas.
Probé labios, distintos besos me han dado.
Más no encontré en otros, aquellos frenéticos y violentos labios amargos.
Pasé un día de ser mujer dormida a ser mujer de todos.
En la búsqueda de un cuerpo como el suyo;de sus brazos que cubrieran mis sueños,
Y de sus labios que calmaran mis pasiones.
Busqué y seguí buscando.
Sin encontrar sus manos en las manos de los hombres que pasaban cabizbajos a mi lado.
Pero todo sigue, el tiempo marca mi cuerpo
Con su tic- tac siniestro.
No lo dejaré, puesto que nunca fue mío.
Sus palabras reían a carcajadas mientras yo inmersa siempre en poesía,
Tan educada las letras tenía, que la emoción me cegó ante sus palabras y la verdad que éstas decían.
No me culpo, por haber soñado
Es solo… Esta necesidad que se ha vuelto una llama obsesiva,
No la encendí yo, ni él ocasiono el chispazo.
Soy gris y negro, la culpa fue de mi collar rojo fuego.
Hay que culpar a alguien, a algo. No es grato decir:
¡Sin conocerlo me he enamorado!
O aceptar que los sueños y pasiones nos dominan.
Vuelvo pues a la mujer dormida,
Despertando a lado de unos ojos claros menguados,
Que calman con sus brazos mis sueños, donde al otro tantas veces he soñado.
Que cubre con sus labios mis pasiones, temeroso a aquello que sentí por otro estando aún a su lado.
En la búsqueda de un cuerpo como el suyo;de sus brazos que cubrieran mis sueños,
Y de sus labios que calmaran mis pasiones.
Busqué y seguí buscando.
Sin encontrar sus manos en las manos de los hombres que pasaban cabizbajos a mi lado.
Pero todo sigue, el tiempo marca mi cuerpo
Con su tic- tac siniestro.
No lo dejaré, puesto que nunca fue mío.
Sus palabras reían a carcajadas mientras yo inmersa siempre en poesía,
Tan educada las letras tenía, que la emoción me cegó ante sus palabras y la verdad que éstas decían.
No me culpo, por haber soñado
Es solo… Esta necesidad que se ha vuelto una llama obsesiva,
No la encendí yo, ni él ocasiono el chispazo.
Soy gris y negro, la culpa fue de mi collar rojo fuego.
Hay que culpar a alguien, a algo. No es grato decir:
¡Sin conocerlo me he enamorado!
O aceptar que los sueños y pasiones nos dominan.
Vuelvo pues a la mujer dormida,
Despertando a lado de unos ojos claros menguados,
Que calman con sus brazos mis sueños, donde al otro tantas veces he soñado.
Que cubre con sus labios mis pasiones, temeroso a aquello que sentí por otro estando aún a su lado.
Yz.
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