18.6.09

Un refugio para mis recuerdos.

Pido un refugio para mis recuerdos, ya que no acceden a dormir mas en la cajonera de mi cama. Pido un refugio, impecable e inaccesible, para que allí meticulosamente instalados a salvo posen. No deseo que ningún malhechor los malverse o destemple. Los he de dejar intactos, porque solo así sé que estarán calmados. No deseo nada los sobreexcite. Echarles llave y candado de ser necesario. Pido un refugio que no sea, ni diminuto ni vecino, excesivamente lejano a más de mil leguas de distancia, para que no puedan volver a mi mente. 
La verdad es que ahora después de un mes activos, cabecean sobre mi cama. Y he de aceptarlo aquí, deseo abandonarlos pues mis recuerdos poseen vida propia y cuando me asalta la idea de echar candado a la cajonera me arrinconan atacando mi mente con las imágenes que me amargan y la voz me reclama y exige que no los deje. Son caprichosos mis recuerdos.

He pretendido en mas de una ocasión extraviarlos, sacudiendo incluso mi cerebro, pues allí yacen cuando no están en la cajonera pero ha sido inútil, mis recuerdos se percatan de mi intención antes que yo siquiera la piense o me cruce por la cabeza y lloran temidamente, me hacen llorar también y ya no son las imágenes las que me amargan, es la voz, por que aunque son varios mis recuerdos tienen una sola voz y un solo rostro, un rostro caprichoso, berrinchudo y exacerbadamente bello. Es por esto que rápidamente pido un refugio. Uno donde puedan sentirse conformes, donde se encuentren acogidos, donde nadie ni yo puedan inquietarlos. Necesito que estén allí; en calma, como se está al dormir placidamente soñando algo hermoso, esa sensación que vagamente recuerdo.

Necesito ese refugio, es necesario, es Urgente. Antes podía dormir un par de horas por la noche pues tras reproches y berrinches terminaban aceptando a entrar a la cajonera de mi cama, pero desde hace un mes que se oponen en regresar allí, a penas hoy han optado por dormitar un rato y sé que en cualquier momento despertarán. Ya no soporto, a diario vivifican las imágenes mientras debería estar desayunando. A diario murmura la voz en mi oído y dentro de mi mente mientras debería estar comiendo. Y lo peor de todo es cuando llega la noche y con está el sueño, que a mi ya no viene. Las imágenes y la voz ya no son nada en comparación con lo que ocurre durante la noche repercutiendo en las paredes de está casa mientras debería estar durmiendo. Es.. Un nombre que sobresale en cualquier libro que abra, en las etiquetas de los productos, en la señal del televisor aun si no está encendido, hasta cerrando los ojos lo encuentro.

No soporto más, solo veo lo que me permiten mirar mis recuerdos. Un refugio Es la única opción que tengo. Uno donde las imágenes queden en la superficie rondando, velando por que no asome yo de pronto de lo oscuro y escape. Uno donde la voz no tenga acceso, pues no tendrá espacio ni tiempo, donde no pueda viajar torturándome con su lamento. Uno donde talvez el nombre se salvará plantando e impreso en la superficie, junto a las imágenes que lo velarán por siempre. El nombre que marcando para la eternidad resaltara que debajo de él está algo que escapo de sus recuerdos, mas no representa para mi problema alguno, será el nombre y no un nombre.

Si alguien conoce otro refugio, otra opción que no sea está desesperada decisión, háganmelo saber de inmediato, ya que no soportare otro día más sin alimento y sin saber si estoy en vigilia o esto es un sueño o que talvez solo talvez ya esté muerto.

Tuco.


No hay comentarios:

Textos más leídos

La música.. Ese movimiento, lenguaje que el abandono y el quebranto engendran.